¿EQUIDAD IDIOMÁTICA?


Señores y señoras lectores y lectoras de este sencillo blog, una buena tarde para todos y para todas. Hace poco sostuve un charla con el amigo Javier Areiza, exconcejal de este municipio, quien me preguntó por la forma correcta de referirse a una mujer que ocupe el cargo de Concejal y como no soy aca-de-mico opté por decirle que no sabía. 

Él me dijo que se decía "la Concejal, las Concejal". Dudé, pues creía que era "la Concejala o las concejalas"; me quedé con la duda pero me fui pensando en algo que había escrito en su momento y volví a ello. 

Trataba de una reunión en la que los y las ponentes exageraron en la frase "todos y todas",  por la que pasaron varios y varias funcionarios y funcionarias del municipio aclarando dudas y dando información acerca de varias propuestas educativas y de salud y pude notar cómo tratan de ser respetuosos y respetuosas al referirse a un determinado tema que tocara con el género humano. Lo escuché en sus discursos y lo noté en unas copias que nos regalaron.

 Yo no tengo nada contra esta propuesta que ha sido liderada, evidentemente, por mujeres en todo el país y claro, se están tirando el lenguaje. Por eso yo trataré de respetar el género en lo que estoy escribiendo, como respeto a todos y todas los y las lectores y lectoras de esta columna aunque con ello me gane uno y una que otro y otra enemigo o enemiga.


Por eso les voy a dar la razón aunque no la comparta, porque el hecho de que se pretenda una sociedad más justa con el ingreso de palabras que “no suenan bonito”, es discriminar el lenguaje mismo, máxime cuando el español cuenta con vocablos que son tan cargados de significados y esto lo hace único, sin desconocer que nosotros lo volvemos machista. La culpa no es del lenguaje, el morbo y la discriminación lo y la ponemos nosotros y nosotras. Lo femenino ha sido "catalogada" como sumisa y secundaria. 

Tal vez todos y todas conocemos la referencia a la que hacen las siguientes parejas de palabras: zorro y zorra, perro y perra, aventurero y aventurera, cualquier y cualquiera, callejero y callejera, hombrezuelo y mujerzuela, golfo y golfa. Sí, el lenguaje está en constante cambio y este es producto de las nociones que nosotros y nosotras tengamos de libertad, solidaridad y justicia, con lo que lo estamos amoldando cada día, pero por favor, seamos al menos elegantes.


Está bien que existan palabras que refieren al género femenino que ya han ganado espacio como poetisa, alcaldesa, lideresa, doctora, abogada y otras, sin embargo, no me suenan palabras como médica, generala, sargenta, caba o tenienta coronela. Y si en aras de la equidad idiomática la tendencia es a la igualdad entonces los masculinos de pulga (pulgo), de mula (mulo), de hormiga (hormigo), garrapata (garrapato), cucaracha (cucaracho) y araña (araño) deberían ser aceptados por la academia de la lengua.

O más simple, aunque más horrible, aceptar de una vez por todas el símbolo @, con el que están haciendo referencia a los dos géneros humanos (porque se han estado utilizando nada más con la especie humana) y quedamos tod@s bien; esto en la parte escrita, el problema es cómo lo pronunciamos al leerlo. Tal vez tod@s l@s lector@s me comprendan. Mi amigo Javier, entre todos y todas nos tiramos el lenguaje.

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