TUTAINA TUTURU MANÍA

Qué pereza diciembre, todo es plata. No se habla de recesión, ni de crisis del bolsillo, que es lo mismo, porque por pobre que uno sea, hay que cumplirle a la familia, por lo menos, con un aguinaldito sencillo, así sea comprado en todo a cinco mil. 
Para eso que todo el derroche de mercadeo y compras inicia en noviembre, mes en el que nos tratan de enamorar de los árboles gringos, con adornos gringos, encabezados por muñecos barrigones del viejito ese extranjero de botas y gorro, que es gringo, con la diferencia que ahora, por eso de la globalización ya entendemos su lenguaje "jo, jo, jo", que no es otra cosa que “je, je, je”, en Latinoamérica.  

Hay gente que se apresura a comprar sus arbolitos con tiempo, deslumbrados por los llamativos colores y por las luciérnagas instalaciones. Aunque el gasto inicia la noche de las velitas, en la que pasa la Vírgen camino a Belén para volver a dar a luz por 2017 ocasión (y yo aterrado porque la mayoría de quienes estuvieron secuestrados en la libertad expresan “volví a nacer”). Sí, velas de todos los colores, de todos los olores, formas y tamaños. 

El gasto continúa el 8 de diciembre y pa’l que hay que guardar, pues no falta el sobrino o hijo del vecino que envió la invitación a su piñata de primera comunión a nuestros hijos. A esto agréguele que pa’ eso del 14 ó 15 de diciembre nos ponen a armar pesebre y ¡oh problema! se perdió uno de los tres reyes magos por lo que el juego de figuras quedó incompleto. Y si va y la imagen embolatada es la de la virgen, haga de cuenta que se le comieron la reina del ajedrez. Sin virgen no hay pesebre porque virgen es a niño Jesús lo que tutaina es a tuturumaina. Bueno, luego de comprar pesebre nuevo porque ni en donde Jesús Arbeláez encontró un Melchor y en Multiyá su mujer se estaba encartando con Hernán y le tocó salir corriendo porque sí encontró uno pero muy alto en la estantería y le dio por decirle «don Hernán, bájeme el chor» por decir «baje a Melchor». 

Imagen relacionadaYa con pesebre a bordo en la mesa del comedor empieza el martirio de las novenas con todos los chinches de la cuadra que van nada más pa’ que uno les dé confites o bombones al terminar los “ven no tardes tanto” y, claro, usted no quiere pasar por chichipato en diciembre. Y si va a seguir de cachón, el 24 hay que tenerles unos baratos regalitos de esos que se compran en los todo a mil y que son desechables. 

Menos mal que ver los hijos alegres por los regalos de aguinaldo que les compramos nos reconforta, así te increpen el por qué el Niño Jesús fue tan amarrao con ellos, porque al vecinito sí le trajo lo que había pedido y eso que él había perdido el año y había matado la tortuguita que le regalaron los tíos. Bueno, para seguir con la cachoniada, recuerde que familia que se respete hace natilla el 31, pa’ no repetir el sancocho del 25, el cual tuvo cerveza incluida.


Entonces, los buñuelos pa’l casao y como ese día bebe hasta la suegra que nos trata de borrachines, hay que comprar por garrafas (no se le olvide este 31 de diciembre filmar la suegra borracha para que la chantajee con pasarla por el Facebook si lo vuelve a tratar de irresponsable y de malmarido). Además, hay que guardar pa’l desengüayave del primero ─qué pena que lo vean tomando agua en bolsita─. Hay que dejar pa’l refajo con cerveza bien fría, en la tienda de la esquina, al lado de las cenizas del muñeco. 

Para rematar con broche de oro este diciembre y año nuevo de apariencias, programe el clásico sancocho en Mallarino, así ese día le toque prestar plata o empeñar la argolla del matrimonio o la de los grados, total, con el pago de febrero o marzo la saca. De todos modos hay que pasar bueno porque si el mundo no se nos acaba hoy a media noche, es casi seguro que nos toca una guerra con Venezuela por culpa de los inmigrantes y si llegamos vivos al próximo diciembre, hay que pasarlo mejor que éste, pues de todos modos la vida es corta y plata se consigue todos los días. Feliz cachoniada y un próspero año nuevo.

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