La carta del presidente

La inocencia a veces es atrevida, o tal vez es de atrevidos. Porque ¿cuántos años puede tener Mateo? ¿Ocho? ¿Nueve? Sé que está en tercero de primaria y que es un niño común y corriente. Bueno, me contradigo, no tan corriente, pues es un admirador del presidente Álvaro Uribe.
Me imagino que Mateo suspira cuando ve y escucha al mandatario en la tele, con su mano derecha al aire, regañando con su índice y con su tonito de voz característico. También creo que este niño que no milita con partido político alguno sabe que la U es una simple vocal cerrada. Lo que no me alcanzo a imaginar es en qué pensará cuando escucha los improperios de nuestro vecino Chávez injuriando a su ídolo de metro y medio.
El 12 de febrero, en la visita del Presidente a Yarumal, Mateo se puso su mejor gala con la ilusión de que podría darle la mano a quien tanto admira, pero no le permitieron pasar. Tal vez creyeron que era un niño bomba o un guerrilerito, pues no estaba engominao, ni llevaba corbata, ni pertenecía a la Academia de Historia. Desilusionado, se fue para su casa y lloró largo rato.
El caso es que Mateo a finales de enero pasado le había escrito una carta al mandatario de Colombia expresándole que “era muy buen presidente” y otras cosas que no se acuerda bien. Con la carta le envió también una foto.
Ayer jueves, en la mañana, el inquieto niño recibió respuesta. Una carta con el escudo de Colombia en alto relieve en la parte superior y con un membrete que dice “Álvaro Uribe Vélez. Presidente de la República de Colombia”, fechada el 31 de enero de 2008. En ella, nuestro gobernante le agradece la hermosa carta y las palabras de apoyo para con las tareas que adelanta en pro de que niños como él puedan recibir educación y nutrición. Y que sigue: “Mi compromiso con la niñez de Colombia es derrotar el terrorismo para entregar a estas generaciones y a las que habrán de venir, la nación en paz que hemos soñado”. Al final lo trata de “compatriota y amigo”.
Contento, el niño Mateo Moncada Rico, llevó la carta a la escuela y la enseñó a profesores y amigos, quienes lo felicitaron y compartieron con él su alegría y su enseñanza. Con la carta no llegó ningún cheque, ni un subsidio de Familias en Acción, pero sí un mensaje implícito: para que el señor Presidente te responda una misiva, se debe maquillar la carta enalteciendo la seguridad democrática, la ley 100 y el recorte a las transferencias. “A veces llegan cartas…”

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