Un réquiem por los artistas

“Hijo ingrato que paseas tan ricamente vestido y a causa de mis sudores descansas en tanto olvido, mira a tu padre quemando y lo puedes remediar”.
Vino a mi mente este clásico de la rima religiosa viendo cómo descansa en la paz fría y sola la Casa de la Cultura de Yarumal. Los pañuelos también lloran. Y los artistas buscan un hombro sobre el cual derramar lágrimas.
“Dales Señor el descanso eternooo”…
Los músicos tocan en estos momentos una sinfonía sin instrumentos. Hay saxofones que suenan / sus narices oxidadas en un rincón…
Los poetas ya no hacen sonetos en sus libretas. La inspiración se quedó sólo en atraer el aire a los pulmones…
Los teatreros ya no escuchan el sonar de sus zapatos en los escenarios y tarimas. Las únicas obras que recitan son las obras… de caridad…
Los pintores añoran sus pinceles, sus óleos y sus lienzos. Sus exposiciones son al sol, sentados en las bancas del parque…
A todos estos artistas, “…que Dios los saque de pena y los lleva a descansaaar”.
Los escultores añoran la piedra que tiene formas infinitas por dentro. Sus cinceles oxidados ya no esculpen… escu-pen...
Los bailarines de las danzas y del ballet folclórico, esperan impacientes volver a sentir cómo se puede mover la cintura sin llegar a un orgasmo. Allí, en un estante, trajes típicos esperan quién los saque a bailar. Como los feos en las fiestas.
A todos estos artistas y artesanos, “réquiem eterna domine y domeeen”…
Cosa rara, la cultura sigue siendo una cenicienta a la espera de una zapatilla a su medida. Los artistas, siguen siendo los sapos encantados en espera del beso de una doncella. Y los espectadores siguen siendo los invitados a leer el mismo cuento de hadas de siempre cuando no tenemos sueño.
¡Ay, querido San Gregooorio!… para qué ese auditooorio.
¡Santo patrono Martííín!… para qué el video “biiin”.
¡Recémosle a San Clemeeente!… pa’ que allí vaya la geeente.
“Ay conciencia siempre viva, hay cuándo se ha de acabar”.
En el nombre del canto, del poema y otras artes, amén.

Comentarios