Banco de ropas

Sí, aunque el nombre suene sugestivo, el Banco de ropas es uno de esos emprendimientos sociales que impactan por lo altruistas. Allí, usted puede llevar su donación de ropa que ya no use y unas señoras voluntarias que se turnan para vender, ofrecen de todo a los clientes.
Lo que más me llamó la atención fueron los precios de los artículos: correas a $ 200, faldas a $ 500, zapatos para dama a $ 200, pantalones a $ 1000, blusas a $ 200, en fin, creo que lo más caro son los sacos para caballero que valen $ 5000 y unos zapatos escueleros negros al mismo precio.
Tienen mucha clientela, pues mientras yo de metido preguntaba por diferentes artículos y abría la boca, las señoras atendían los parroquianos ávidos de estrenar a lo Bel Rosita.
Sin exagerar, usted encuentra en las vitrinas pantys, medias, brasieres y cacheteros a $ 200. Estuve mirando unos divinos cacheteritos con florecitas estampadas y con un pensamiento morboso me imaginé lo que taparon hasta hace poco. Con las medias sí tuve otro sentimiento.
Unas corbatas que parecían filigranas de colores me llamaron la atención y como había unas de seda pregunté por el precio y al compararlo con otros artículos me parecieron caras a $ 500. Ahora en mayo, para el día del maestro, ya sé dónde encontrar un buen regalo para don Álvaro, mi jefe, a quien tanto le gustan.
Una viejita a mi lado no quiso regatear por las gafas con estuche y todo que compró en $ 500.
En un rincón se encuentra un vestier, un espejo, y encima de este un letrero que dice “aquí no se fía”. Y es que no falta el que llegue con $ 100 por unos zapatos para su esposa y pide que le fíen hasta la próxima quincena los otros $ 100. Ese letrero no está allí en vano, tal vez ya los han tumbado.
Me dio pena con doña Claudia y doña Ofelia, las dos señoras que atendían, porque les pregunté por todo y sólo acaté comprar un bolso de cuero que me imaginé era de un abogado de tanto prestigio y generosidad, que donó al negocio en donde guardaba con recelo sus chanchullos. Le puse al bolso un valor de $ 40.000 pero como me pidieron $ 1000 apenas, me lo llevé. El mismo que le vendí a Sergio Mesa en $ 10.000 a los veinte minutos. Sergio, si estás leyendo esta columna, no te sientas tumbao que te lo vendí para que sigas soñando con el portátil.
Este Banco de ropas, es una maravillosa idea del padre Jairo Tamayo. Todo lo que se vende es ganancia para capitalizar el Banco de alimentos, y ganancia para aquellas personas que no les alcanza con qué comprar Yokos, Oxígenos o Kostas Azules. Niké decir de los zapatos, cómo son de caros. Así es que mi estimado lector, si usted tiene en su casa un chiro en buen estado, pero que ya no use, es una buena idea donarlo al Banco de ropas que se encuentra ubicado en la carrera 18, 19-2, al lado del María. De esta manera, al usted dar al necesitado, también gana: una indulgencia que le vaya haciendo el camino más corto hacia la eternidad. Los pecadillos hay que pagarlos con algo…

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