Tengo la camisa blanca

Una tarima al frente del kiosco del Parque Principal anunciaba un evento. Y el sonido que se encontraba instalado allí presagiaba una rumba. Como todo chismoso me senté en una de las bancas a esperar qué pasaba. Cuando la profesora Diana Zuluaga tomó el micrófono me desinflé porque ella no ameniza francachelas.
Diana inició la intervención con la siguiente frase: “Caminando por la integración y la paz, la Comunidad Educativa de María y la de San Luis, presentan disculpas por el mal comportamiento… “. Cierro comillas porque no pude terminar de escribir lo que decía. Una señora con un niño a mi lado no me dejaron escuchar bien. Pero era acerca de lo que aconteció durante la final de microfútbol en los juegos escolares pasados y que fue escándalo nacional. Durante ese evento se pudo notar más la rivalidad que existe entre estas dos Instituciones y ese día hubo “merecidas disculpas” para el desquite entre los estudiantes. Claro que los que pagaron los platos rotos, o más bien los vidrios rotos, fueron varios taxistas.
La maestra de ceremonia dio a entender que la marcha ya venía por la avenida y, claro, pa’llá agarré.
La marcha la iniciaban unos niños de varias escuelas, sin uniforme, con unos bastones en la mano derecha. Tal vez de la Policía Juvenil. Detrás, escuadrones intercalados de los dos colegios. Tenían uniformes de educación física. Llevaban pancartas y pasacalles con inscripciones como las siguientes: “No a la violencia, sí a la paz”; “La espiral de la violencia sólo se frena con el milagro del perdón”. Esta, que venía más atrás me llamó la atención: “Señores conductores de taxis queremos ofrecerles disculpas”. Y estas otras: “La paz comienza con una sonrisa”; “Dos comunidades y una sola sociedad”; “No hay camino para la paz. La paz es el camino”.
Intercalados por grupos, se podía apreciar la procesión del azul y el verde de las sudaderas. Y allí, junto la plaza de mercado, escuché que un grupo encoró la canción “palo, palo, palo, palo bonito, palo eh”, y otro grupo de la otra Institución respondió “eh, eh, eh, somos amigos otra vez”. Esto me llenó de cierta alegría que no puedo definir aquí y que me hizo reflexionar sobre las marchas en Colombia. Todas son reclamando o exigiendo; son puras protestas en contra de algo. Esta era diferente. Era la de dos comunidades (educativas), presentando disculpas a otra comunidad (los afectados) y manifestando que éramos una comunidad (Yarumal). A Gandhi le hubiera gustado participar en esta marcha.
La gente miraba con detenimiento los carteles al paso de los jóvenes. En el Bar la cabaña un borrachito se paró en la puerta, con las manos en los bolsillos, haciendo un esfuerzo por no caer, mientras otros se preguntaban qué pasaba. Ya en el parque, Elkin Mestra, corresponsal de Teleantioquia en Yarumal, entrevistaba a los rectores de las dos Instituciones, Alba Luz Londoño y Héctor Ramírez.
Sospecho que los taxistas aceptaron las disculpas y no se pronunciaron ya que acababan de enterrar un a colega. A ellos mi pésame.
Cuando comenzó la parte cultural del evento me mezclé entre el tumulto alrededor del kiosco y me sentí fusionado entre el azul y el verde, pues caí en la cuenta de que yo soy egresado del San Luis y ahora laboro con El María. ¡Claro! Descubrí lo de los uniformes de Educación física de los dos colegios, representaban que lo acontecido fue deportivo y ambos son con camisetas blancas, simbolizando la paz que nos une.
Diana y Carlos Ermilson Henao volvieron a recordarle al público que “somos dos Instituciones por organización, no por división”.
Luego fueron las trovas, las danzas y los cantos.
Gran tarea tenemos todos los yarumaleños: dejar de lado los celos y prejuicios institucionales y reflexionar hasta dónde somos culpables de estas riñas entre colegiales, porque es la riña de los colegios. Tal vez nuestros comentarios negativos hacia la otra parte, ya están generando algo parecido a lo que sucede cuando nos rascamos repetidamente con las manos sucias el granito en la frente.

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