Del himno al himno

¿Que a quién se le ocurrió primero el cambiazo de nuestro Himno de Yarumal por otro? No lo he podido saber. De lo que sí tengo copia es de una carta enviada en abril de 2001 al concejal Diego Roldán Jaramillo firmada por un tal Guillermo Rivera Builes. En ella el señor Builes expresa su apoyo al cambiazo: institucionalizar “El canto del antioqueño” de Epifanio Mejía como himno de Yarumal.
Algo curioso es que a la carta se anexan tres páginas con 35 firmas que dizque apoyan la propuesta. Las páginas no tienen ningún encabezamiento ni están numeradas y entre los firmantes hay nueve de apellidos López Vergara; es la primera hoja, en la cual no escriben el lugar de expedición de las cédulas. En las otras dos páginas sí aparece ¡Rarísimo! Pero sigamos con las firmas. La primera hoja está escrita con la misma caligrafía y figuran tres personas de apellido López Montoya, tal vez primos de los López Vergara, aparte de que hay dos Restrepo Correa en esa misma página.
Pero eso no es nada. Las otras dos páginas tienen una cinco y la otra seis firmas. En estas sí se ve que fueron rubricadas por diferentes personas y las cédulas tienen el lugar de expedición. Las que la caligrafía permite entender fueron expedidas una en Envigado, una en Medellín, tres en Yarumal y para descifrar las otras hay que despertar del sueño eterno a Champolion el traductor de los jeroglíficos egipcios. ¡Ah! Pero la firma del señor Rivera no aparece por ningún lado.
Entendí el por qué el señor Rivera habla en plural en su carta: los firmantes son o de la misma familia o vecinos de la misma cuadra. A estas personas que dicen ser yarumaleños les voy a tratar sobre su falta de identidad para con “su municipio”.
Dos cosas diferentes son el sentido de pertenencia y la identidad. Cuando los firmantes de la curiosa carta expresan “nuestro querido terruño” por referirse al Yarumal que tuvieron que abandonar con nostalgia, se nota que tienen gran sentido de pertenencia, porque no niegan sus raíces. ¿Se acuerdan de Simón Pedro y los tres cantos del gallo? Pero el apoyar un proyecto que tiene que ver con el arraigo, las costumbres, lo simbólico de una colectividad se toca la identidad de un pueblo. La identidad de una comunidad es un patrimonio intangible de una cultura, no se puede vender al mejor postor y menos hacer un trueque. Simón Pedro no negó ser galilleo, eso es tener pertenencia; pero al negar a su Maestro perdió la identidad; luego lloró.
Y fue así como en agosto 8 de 2006, trágico día, el Concejo Municipal “en uso de sus facultades legales”, mas no mentales, acuerda aprobar la totalidad de “El canto del antioqueño” como himno oficial de Yarumal. Así no más. De buenas a primeras. Y con una exposición de motivos que trataré en el próximo artículo. Nada tengo contra el poeta Epifanio Mejía, porque se pretendía rendirle un homenaje con este acuerdo, pero lo que discuto es que un proyecto de acuerdo municipal que tenga que ver con la identidad de un pueblo debe ser consultado con el pueblo. Te puedes cambiar tu nombre si lo deseas, pero ¿será que te quedarías contento si un día cualquiera te llegara un documento de la Registraduría, diciéndote que a partir de ese momento te llamas Androgelasio de la Santísima Trinidad? Pues yo no.
Y prestame la ruana que te presté que es que al que me la prestó se la reclamó el dueño. Pues sí, porque por ahí suena una propuesta de cambiar otra vez la bandera de Yarumal por la que teníamos antes y que fue cambiada antes porque no gustaba a los gobernantes de turno ¡Qué jerigonza! La idea no es mala. Pero señores, que la decisión la tome el pueblo, porque ya la que tenemos tiene un valor simbólico con el que nos identificamos. Y ahí sí, que sea la mayoría la que defina. No trece concejales motivados por una carta de gente que vive en Medellín y que ya no suspiran cuando escuchan “Ciudad Cóndor extiende tus alas en el monte […]”. Hay decisiones que en aras de la democracia hay que tomar con la mitad más uno.
Espero sirva de reflexión esta página y que yo no haya sonado muy revolucionario pues no es mi estilo. Pero si en su momento no escucharon nuestro consejo en el Concejo, sean estas letras una disculpa “para lanzar un reto bravío al huracán”.

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