La orden de la herradura

Después de la Semana de la Cultura les quiero enseñar el guión de una obra de teatro que no se presentó. La historia ocurrió en una sesión del Concejo Municipal de un municipio de nombre Cualquiera. Algún parecido a la realidad es pura coincidencia.
ACTO ÚNICO
Los concejales hablan desprevenidamente.
PRESIDENTE: Concejales (sigue la bulla). ¡Concejales! (sigue el ruido). ¡Honorables! (Todos callan). Señor Secretario, léanos el orden del día.
SECRETARIO: Primero, verificación del quórum: ¡levanten las manos los que vinieron! Señor Presidente, son los que están. Segundo, aprobación del acta anterior. Le voy a leer: bla, bla, bla, bla…
PRESIDENTE: ¿Aprueban el acta anterior? (Golpes a las mesas). Queda aprobada.
CONCEJAL 1: ¡Moción de orden, señor Presidente! ¡Yo no voté¡
PRESIDENTE: Vote pues.
CONCEJAL 1: (Da un fuerte golpe a la mesa).
SECRETARIO: Tercero, santificar las fiestas. ¡Perdón! Aprobación del acuerdo 01, por medio del cual se crea la “Orden de la herradura “.
PRESIDENTE: Honorable Concejal 2, sírvase leer como ponente, el acuerdo 01 de la fecha tal.
CONCEJAL 2: ¡Ejm! ¡Ejm! “El Concejo Municipal, en uso de sus facultades mentales y teniendo en cuenta la ley, el artículo, el parágrafo y el literal, acuerda:
a) Créase la “Orden de la herradura” para enaltecer al mejor trabajador del municipio.
b) Que ese trabajador que camella como mula debe llevar la herradura colgada al cuello como símbolo de su laboriosidad.
c) Que la herradura se le quitará cuando le discuta una orden al padrón y/o cuando se meta a un sindicato. Este proyecto rige a partir de la fecha. Amen”.
PRESIDENTE: ¿Quiénes votan porque el proyecto de acuerdo 01 sea acuerdo municipal a partir de la fecha?
TODOS: (Golpes a las mesas).
CONCEJAL 3: Pido la palabra señor Presidente.
PREDIDENTE: La tiene.
CONCEJAL 3: Como el acuerdo ya está en vigencia propongo que la “Orden de la herradura” se la otorguemos a un contratista, ojalá a un ingeniero. Esos sí que tienen que trabajar duro supervisando a los trabajadores.
CONCEJAL 4: ¡Protesto! Esa orden se le debe entregar a un sacerdote. Pues leer esos libros sagrados todos los días debe ser durísimo. Vea que ellos a pesar de que leen y leen las mismas oraciones no se las aprenden de memoria, porque son dificilísimas. Además la herradura puede traer paz al municipio.
CONCEJAL 5: ¡No! La herradura la debe llevar un abogado, porque ellos nunca pierden, así no ganen el caso. ¡Eso sí es trabajar como mula!
CONCEJAL 2: Yo creo que la herradura debe quedar en un concejal. Vea que aprender a prometer en campaña es dificilísimo, sostenerse en el poder es muy berraco y mamarse uno una sesión de dos horas por tan sólo $100.000, eso si es pa’ mulas.
(Todos discuten)
PRESIDENTE: ¡Secretario!
SECRETARIO: ¡Señor!
PRESIDENTE: Tome nota de esta difícil decisión. ¿Quiénes votan porque la “Orden de la herradura” se quede en el Honorable Concejo? (Todos golpean las mesas).
CONCEJAL 3: Propongo que la votación se haga de una vez, o sea ya, o lo que es lo mismo, inmediatamente.
(A esas frases tan elocuentes, no faltaban sino el apoyo unánime)
TODOS: ¡Si! ¡Si!
PRESIDENTE: Pero que sea por voto secreto.
Y después de la votación se pasó al escrutinio. El Secretario leyó uno a uno los votos así:
SECRETARIO: Concejal 1, voto por mi; Concejal 2, voto por mi; Concejal 3, voto por mi; Concejal 4, voto por mi; Concejal 5, voto por mi; Presidente del concejo, voto por mi. Señor Presidente, esto quedó en tablas.
Y fue así como uno de los acuerdos más importantes en ese período de gobierno fue derogado poco tiempo después, luego de varias sesiones en las que no pudieron ponerse de acuerdo sobre quién llevaría tan honrosa distinción. Las demás sesiones no fueron menos importantes: Informes de las secretarías de despacho, discusiones sin fundamento y ningún otro proyecto de acuerdo tan importante como la “Orden de la herradura” que tan bien le quedaría colgada al cuello a uno de estos emprendedores del pueblo Cualquiera.
SE CIERRA EL TELÓN.
¡Aplaudan pues!