Hogar de paso

Ya había oído hablar de lo que se denomina ahora en Yarumal Hogar de paso. Hace varios años le escuché sobre un proyecto similar al concejal Javier Orrego, un doliente del campesinado del municipio, en una ocasión que fue precandidato a la alcaldía. Pasados unos años volví a saber de ese emprendimiento en el programa Positivas de Cerro Azul Estéreo.
Pero fue hasta que me encontré con Hernán Vargas que me empapé de la labor social realizada por la Posada Nazaret. Me picó la curiosidad y fui al mes a esa Institución. Descubrí, entonces, el porqué se llama Hogar de paso. Ese día se estaban pasando. De todos modos Hernán me presentó a varias personas (me da risa anotarlo aquí) como escritor. Me llamó la atención un señor que se está haciendo un tratamiento para una enfermedad llamada gigantiasis y me desgarró el corazón verlo llorar mientras hablaba por celular con su mamá diciéndole que se sentía muy enfermo.
A la semana siguiente fui a la sede nueva de la Posada invitado por Vargas, a quien encuentro a menudo recorriendo estas pendientes. «¿Qué vagás haciendo?», alguna vez pensé. Yo no sabía que Hernán se ha involucrado en varios proyectos sociales -tal vez para sentirse ocupado, o por aquello de las indulgencias-. Pero volvamos a mi visita. La Posada Nazaret está ubicada en la calle 18, 21-20. Entré. En la sala se encuentra un pequeño altar a una de las 11.000 vírgenes que dicen existen –yo conozco apenas tres: la del Carmen, la Merced y la Inmaculada- y detrás de la imagen se lee en un pendón: «Consagrados a Jesús por María. Corporación Posada Nazaret. Hogar de paso». A un lado, en una pieza, cuatro jóvenes mujeres estudiaban. Creí que eran alumnas del SENA. Hernán me dijo que estudiaban a la Vírgen María y que el 16 de julio, ayer jueves, era la consagración en la parroquia El Carmen. La consagración es otro bautizo. A estas personas mis felicitaciones por su nuevo sacramento.
Me presentaron al señor Milagros –no al Señor de los Milagros-. De apellido Chavarría, Milagros se presentó como un Misionero Montfortiano. ¿Monfor qué? Me sonó a algo francés. Un hombre de una sonrisa constante, muy carismático, quien me informó sobre una sede principal que tienen en Itagüí desde hace 19 años. Él la llamó la “casita madre”. A mi pregunta de cómo se conseguían la comida en este Hogar de paso, me respondió señalando hacia arriba con su índice: «De la divina providencia». Qué hombre de fe. Pensé que debían aguantar hambre, porque quien multiplicaba panes, pescado y vino al cien lo mataron los romanos hace unos añitos. Ellos hacen el milagro con la siguiente fórmula mágica: rezan 7 padrenuestros, 7 avemarías y 7 glorias a San José, esposo de María y padre putativo de Jesús, para que él haga un persuasivo guiño a la Virgen y su hijo y estos conviertan sus oraciones en maná. El señor Milagros mencionó que allí tenían una escuela de preparación para la consagración y que en estos momentos hay 35 activos (as).
Ariela Cárdenas, mas conocida como Adiela –la misma que ha enseñado a más de una persona a embellecer feitos- es la representante legal del Hogar de paso. Esta institución sin ánimo de lucro, pero con ánimo de servicio, lleva favoreciendo la gente de la región 16 meses. Comprometidos con la iglesia en la evangelización tienen como principio “la oración es lo primero”. Por eso es que allí estudian “Mariología” a través de un tratado escrito por San Luis Grignon de Mont Fort. De ahí lo de montfortianos.
Pues bien. El altruismo de un grupo de personas, quienes con el liderazgo de Adiela, Milagros, Hernán y los demás que allí conocí pero que se me escapan sus nombres, haciendo actividades (tamales, comidas, empanadas y otras), permiten sostener este quijotesco proyecto. Hay que pagar arriendo, servicios, tener ropa limpia para prestar a sus inquilinos, implementos de aseo -porque los pobres también se bañan todos los días-, comida para sus comensales y otros tantos gastos que conlleva sostener una empresa sin activos económicos. Pero con activos sociales. Ellos se inventaron en Yarumal que la gente de la zona rural debe ser atendida como se lo merecen: una cama tibia, comida con la sazón que da el cariño y el calor humano de sus colaboradores. Como personas dignas. Para disfrutar de los servicios de esta empresa la persona debe presentarse allí con una remisión dada por el hospital, la Secretaría de salud o la policía. No se le ocurra tocar a media noche para pedir posada y menos si va acompañado. La Posada Nazaret no es hotel. Además, usted no le conoce el geniecito a Hernán. Obras son amores…

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