Mínimo vital

Conversando con el concejal Javier Areiza fue que me di cuenta que hace poco en sesiones del Concejo municipal se había tocado el tema del mínimo vital de agua, que no es otra cosa que si una persona no tiene con qué pagar el servicio público de agua potable, pues que no se la corten del todo, sino que le dejen un poco a la familia como para que hagan la comida, se bañen y puedan lavar los calzoncillos de vez en cuando. La propuesta me llamó la atención, pues yo ya había tocado el tema en esta columna hace un año más o menos, luego de que llegara a mi casa un viernes en la noche y estuve humillado pidiendo agua a los vecinos hasta el lunes en la tarde, cuando la reconectaron. Cosas de la vida ¿no?
Ahora recuerdo la propuesta de campaña del excandidato a la alcaldía sociólogo Gustavo García de la que tanto se rieron y que consistía en que si alguien demostraba que su familia no tenía ingresos por aquello del desempleo –algo raro en Yarumal- el municipio le garantizaría un mínimo de 10 metros cúbicos mensuales del preciado líquido para que sobreviviera en condiciones dignas, mientras “le caía algo” de ese tal empleo de choque –contraticos por tres meses para pagar favores políticos y quedar bien con los electores-. Yo también había conversado sobre el caso con el concejal Areiza para que se hiciera algo al respecto. Y creo que sí se puede hacer. Es cuestión de voluntad política. Me encantaría saber la cantidad de desconectados de este servicio pues sería una medida ejemplar con un profundo calado social. En Medellín, por ejemplo, en el primer semestre del año pasado el alcalde presentó el Programa del mínimo vital de agua potable, que favorece a unas 45.000 familias de los niveles 1 y 2 del Sisbén. ¡Buena por esa, don Alonso!
Y es que el agua es un derecho de todos, sin dueño particular, pues al no contarse con este servicio se están violando los derechos a la salud, a la vida, a la integridad física y al saneamiento ambiental. ¿No estamos en un Estado social de derecho? Señores Estado, esto los obliga a la construcción de condiciones favorables para garantizar una vida digna a los habitantes del país. En esta sociedad injusta y desigual se nos debe garantizar la igualdad de oportunidades y la nivelación social. “Toda disminución en la salud y la capacidad física de la persona que impidan llevar una vida digna constituyen un trato cruel”. Desconozco la hermenéutica de la Ley 142 de 1994 (de servicios públicos), aunque la he leído, y por eso considero que amenaza derechos esenciales. Tan es así que en internet se pueden encontrar algunas sentencias salidas desde las acciones de tutela interpuestas por personas que se han sentido vulneradas en sus derechos porque los prestadores de servicios públicos aplican muy bien la Ley: o paga o se queda sin bañarse unos días o semanas. Los demandantes no siempre han ganado.
Mis amigos Concejales, señor Alcalde. Sea esta una oportunidad de “pararse” con el pueblo; obras son amores. Amigos de Aguas del Norte, ¡qué detallazo que ustedes lideraran una propuesta social de esta magnitud! Nosotros, las personas de estratos bajos, esperamos programas más sociales y menos cemento. Ustedes Estado que nos han quitado tanto y nos acostumbraron a vivir con migajas. Ustedes Estado pueden quitarnos la luz eléctrica, pero no el sol y las estrellas. Nos pueden quitar el agua, pero no la sed, ni la esperanza de que llueva, ni los ríos y quebradas. Pueden dejarnos sin casa y sin embargo, seguiremos con la posesión del firmamento. Pueden arrebatarnos el empleo y nos quedarán nuestras manos y las ideas. Nos pueden dejar sin manos y sin ideas, y nos consolaremos con los sueños, serán los que nos mantendrán vivos. Y si nos quitan la vida aun seguiremos teniendo dos cosas: la muerte y el eco de nuestros gritos exigiendo justicia. ¡No más desconectados!

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