Celos profesionales

La semana antepasada dejé la dirección de mi correo para que alguno de Ustedes se dignara enviarme un comentario al respecto del tema, que entre otras cosas, estaba como calientito porque de pronto se pisaban callos de pie gigante, y oigan, ¡no recibí ni uno! Por eso fue que me declaré en huelga la semana pasada y no escribí nada, sin embargo, pasé desapercibido, pues ninguno de mis “asiduos” lectores extrañó mi columna. ¡Increíble que nadie lea mis inspiradas líneas! Estoy frustrado.
En cambio a mi amigo Jorgug sí dizque le enviaron muchos comentarios sobre ecología y por eso decidió continuar con su columna “Puro verde, puro rojo”, en la que ha tocado temas sobre el calentamiento global, la capa de ozono, la lluvia ácida y esas cosas. Ahora le dio por escribir de política para generar opinión en sus tantos lectores. Me imagino que va a aspirar al concejo en las próximas elecciones.
Yo que nunca lo creí, ahora estoy dudando si a mi amigo Luis Humberto se le ha crecido su séquito de ovejas descarriadas en su iglesia gnóstica, bajo la idea de que el cambio del mundo se empieza desde las vísceras, y tal vez por eso su columna la llama “Hacia adentro”. Por eso tiene un símbolo cristiano como gancho para su rating: la imagen del Nazareno señalándose precisamente una víscera que irradia unas luminiscencias en todas direcciones.
Yo que creí que la constante columna “Cajón de sastre” de Mauricio la leía nada más don Germán, Gilo y Pacho sastre, porque les encanta la historia. Me equivoqué. En Yarumal hay mucha gente que le gusta la historia y por eso leen a mi estimado amigo Mauricio y a mi no. Y claro, como él es más bonito que yo y es soltero, y gana más plata, y no fuma…
Ni qué decir de las columnas políticas de Sergio, que yo leo por respeto, pero que ahora, como con las anteriores mencionadas, me doy cuenta que tiene lectores. A él sí dizque le han pegado varias vaciadas en su Facebook (qué envidia) debido a sus comentarios polémicos sobre la cosa política local y nacional y para criticarlo, primero porque era del Polo y se contagió del radicalismo amarillo y ahora porque se volvió uribista. Estoy frustrado. A mi, nadie me lee. No sé para qué estoy escribiendo esto. (En estos momentos hago un puchero).
Que ustedes supieran que para escribir estas cortas líneas uno tiene que utilizar alguna que otra neurona sin oficio, de esas que duermen en la cavidad craneana y que de vez en cuando son despertadas por los ronquidos de otras -¿Recuerdan el bombillito aquel de las caricaturas?- Pues les cuento que en ocasiones sólo para dejar plasmada una sencilla historia que ocupa una página de Word, se necesitan varias horas. Una crónica que escribí hace tanto sobre Iván, el muchacho invidente que comercia mecatos en las calles del municipio y que se graduó de bachiller en el nocturno del María, me demoró tres días. Otra sobre los coteros a la que titulé Hombres de buena espalda me demoró una tarde entera. Cuando escribí Un ateo en un culto, un día que me colé a una ceremonia religiosa de una iglesia cristiana, me valió soportarme los consejos de uno de sus integrantes más de una hora, y la entrevista al señor dueño de La última copa me valió una rasca.
Así es que mis estimados amigos. Luego de reflexionar que no se escribe para que te lean, decidí escribir estas cortas líneas y para hacerlo gasté poco más de una hora. No en vano esta columna la he denominado Página en blanco, porque una página escrita no dice nada para quien no la lee. Y ni crean que esperaré sus comentarios, además, porque si me escriben algo, ¡no lo voy a leer!

Comentarios

  1. No es cierto que nadie lo lee, estimado y admirado Dorian. Es que a veces no tenemos nada más que agregar a su perfecta combinación de humor negro, ironía y sarcasmo, que tanta falta nos hace a ver si por ese medio reaccionamos ante las problemáticas de nuestra región. Adelante, no desfallezca. No podemos dejar de escribir. Eso será lo único que nos quede (a quienes no se nos olvide) cuando llegue el fin del mundo: La caída de Internet.

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