A cantar se dijo

El día de inicio de sesiones del Concejo Municipal pude constatar que ni los que se hacen llamar “líderes” del municipio han sacado un rato de su tiempo para, al menos, aprenderse el Himno de Yarumal. ¡Qué vergüenza! Y el resto de los asistentes menos. ¿Usted se lo sabe? Para que nos familiaricemos un poco con este hermoso poema y nos propongamos aprenderlo por fin, les cuento un más o menos de lo que en él se dice.
Empecemos con los epónimos. Esta rara palabra en el diccionario se encuentra así: “adj. Se dice del nombre de una persona o de un lugar que designa un pueblo, una época, una enfermedad, una unidad, etc”. Y nada más volver a nuestro Himno para encontrar un epónimo que nos caracteriza, que nos llena de orgullo y que nos recuerda a Epifanio, el cantor de la libertad: “Ciudad cóndor”. ¡Qué… hermosura! Diría mi amiga Lucía. Entre otros epónimos de Yarumal encontramos: “Ciudad retablo”, “Estrella del norte”, “Capital del norte”, “Ciudad misionera” y este que me acabo de inventar yo, “Semillero de letras”, por la cantidad de publicaciones que aquí se han realizado y realizan, entre periódicos, boletines, revistas, libros. Y cuna de escritores, por supuesto, ¡y poetas!
Ver a Yarumal desde Talcos, cuando uno viene de un largo viaje y con ansia de besar los seres amados, es observar ese cóndor del poeta de la mirada triste, con las alas abiertas, allá arriba, retando los vientos y los lejanos riscos. “Extiende tus alas en el monte”… Y qué metáfora cuando nuestro Himno dice “a manera de escudo de un soberbio titán”. ¡Ah! Tus alturas Yarumal, tus montañas imponentes que nos hacen suspirar por su grandeza, “que otea de Colombia” y que retan valientemente al huracán.
Y cuando nuestro Himno recuerda a Leonín de Estrada nos regresa a la historia local, al primer alcalde de Yarumal “y luego en Chorros Blancos…” ¿Quién no sabe en nuestro municipio lo acontecido ese 12 de febrero de 1820, cuando las tropas de Warleta fueron vencidas por Córdova, sellándose así la independencia de Antioquia? Sí, allí en Chorros Blancos, “para tornarte cóndor degollaste al león”. El cóndor, símbolo de libertad en los países andinos; el león, símbolo de España.
Y de “tus hijas insignes” ni hablar. Se hace referencia a Rosenda Torres, maestra de las más avanzadas en pedagogía, tanto que fue maestra del Gimnasio Moderno en Bogotá, directiva del Ministerio de Educación Nacional ¡la primera mujer colombiana en ocupar un cargo público!; qué tal Leonisa Posada, maestra del Colegio de María, fundadora del Liceo del Norte y de la Cruz Roja en Yarumal; y qué tal María Rojas Tejada, quien creó el Kínder Garten en Yarumal ¡El primer kínder del país! Y fue la primera mujer en dictar una conferencia ¡en el país! Y se me escapaba Susana Cuervo, la primera directora del Kínder Garten, tía de casi nadie, del mejor cronista del país, Luis Tejada. Ellas, “sublimizan el lema de dictar a la patria sus lecciones de luz”.
Luis Gutiérrez, ¡qué poema te fajaste! Si entre las disculpas de no aprenderlo es que nadie lo entiende porque tiene palabras “rebuscadas” poco conocidas, pues les digo que la culpa no es del himno, es de las personas. Himno de Yarumal, eres inocente. Y nadie es culpable hasta que no se demuestre lo contrario. Volveremos a ti, como el agua evaporada por el sol cuando vuelve a la montaña y nace de nuevo en la quebrada, para darle vida a los pinos y al trino de las tórtolas a las que les cantó Epifanio.

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