Epitafios que hacen des-fallecer

Un tío me decía que para no morirse pensaba en la muerte por un momento todos los días, porque la muy traidora llegaba el día menos pensado. Con este argumento se ha sostenido vivo por poco más de medio siglo y si su hechizo funciona tendremos que aguantarnos sus chistes políticos hasta que le dé alzhéimer y se olvide de la flaca.
Al contrario de mi tío, hay personas que prefieren no pensar que la risueña los tiene en lista de elegibles y se erizan al imaginarse en ese estrecho e incómodo cohete que los llevará de viaje al más allá sin tiquete de regreso. Sin embargo hay otros que se han detenido a imaginarse su funeral: que estén bien vestidos, que el maquillaje no sea exagerado, que le queden bien remendados los labios simulando una leve sonrisa, que haya bastante público –la mayoría fingiendo bien su tristeza- y hasta se crean su propio epitafio. Aunque en nuestra cultura es poco común esto último. Ya en las últimas la gente organiza su testamento, recuerda su pasado, llora por lo que dejó de hacer, se arrepiente, se confiesa por aquello de borrar con el codo, respira profundamente, abre los ojos y se va caminando dizque por una tubería que lleva las aguas residuales a un tal río de agua viva para mezclarse con otros desecho terrestres. Todo esto pasa tan rápido que no da tiempo de escribir el mencionado epitafio –unas palabras que den cuenta de lo que fue, de cómo quiere que lo recuerden-. Por eso los invito a que ya que tienen un aliento de vida escriban el suyo. Duro ¿verdad?
Con esta inquietud me dirigí a la web y descubrí algunos epitafios que me llamaron la atención. Julius Henry Marx, más conocido como Groucho quiso que se plasmara en el suyo la frase: ‘Perdone que no me levante’. Molière, autor, entre otros, de ‘El enfermo imaginario’ y ‘Tartufo’ dejó en su tumba lo siguiente: ‘Aquí yace Molière, rey de los actores. En estos momentos hace de muerto, y de verdad que lo hace bien’. Curioso también es el de Miguel Mihura, autor teatral español de mediados del siglo XX: ‘Ya decía yo que ese médico no valía mucho’. Cantinflas también conservó su humor hasta la sepultura con la siguiente afirmación en su lápida: ‘Parece que se ha ido, pero no’. En la tumba del famoso escritor y filósofo francés Marqués de Sade se puede leer: ‘Si no viví más, es porque no me dio tiempo’. Otro interesante es el del ex canciller alemán Willy Brandt: ‘Lo he intentado’. Y otros no menos curiosos: Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo ( Miguel de Unamuno); Espero que Cristo cumpla su palabra (Miguel Delibes).
La inquietud se apoderó de mi y aunque no me gustan los cementerios porque me recuerdan que estoy aquí de paseo, me dirigí al cementerio del pueblo y me encontré varios epitafios, los cuales, creo, hacen parte de una colección que se tiene en las funerarias. Transcribo apartes de algunos: [... nuestras flores serán el adorno de tu tumba y nuestras lágrimas su riego.]; [No estar presente no significa estar austente, porque tú vivirás en el corazón de tus padres y hermanos.]; [No he muerto, sólo me fui antes...]; [... perdón a todos, tomé únicamente uno de los trenes anteriores y se me olvidó decirles adiós.]; este otro en la tumba de una señora de nombre Blanca: [La vida fue tan luminosa como tu nombre]; y el que se encuentra en varias tumbas: [Todo nos lo enseñaste, todo nos lo dejaste, sólo te faltó enseñarnos a vivir sin ti]; entre otros también bastante sugestivos.
Yo para no quedarme atrás, reflexionando en que depronto me puedo morir algún día, escribí mi propio epitafio, con la esperanza de que alguien encuentre esta página y lo plasme en mi lápida: CUANDO SUPO QUE NO ERA INMORTAL, ESTE HOMBRE VIVIÓ COMO LE DIO LA GANA SIN ASPIRAR SER RICO, PERO ESO SÍ, FELIZ. HASTA QUE UN DÍA OLVIDÓ REÍR Y LO AHORCÓ UN SUSPIRO. CAOS EN SU TUMBA.

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