Blackberrillero, desmovilízate

Así sugiere una campaña en el internet, en la que se encuentra una foto de tres personas adultas que comparten un café y chatean a la vez por sus blackberry. Cosa que no es exagerada para nadie. Tal vez a todos nos ha pasado que mientras se entabla una conversación, o en medio de un almuerzo o una reunión, alguien está conectado con su aparato (como si fuera un cordón umbilical) e ignora a los presentes sin disimular una leve sonrisa.
Aunque con los celulares es similar. Esta tecnología se convirtió en un apéndice de nuestro cuerpo. Nada más ver a alguien dirigirse al baño recién se levanta con cuatro elementos en su indumentaria: pantaloneta, camiseta, chanclas y celular. ¿Pero para qué este último si vas a poposiar? ¿Acaso esperas una llamada que te pueda delatar? Mis estimados amigos, llevar el celular a la ducha es un gran síntoma de infidelidad (se lo digo por dos cosas: para que esté pilas con su pareja que lo puede estar traicionando o para que no se deje pillar). Y no falta el que arriesga su vida mientras va manejando por andar pegado a su apéndice mecánico.
Los adictos a los juegos de azar (ludópatas) sienten placer al ganar, los adictos al celular sienten ese placer sexual cuando les entra… una llamada o un mensaje. Por eso fue que se inventaron un nuevo término para caracterizar esa fuerte dependencia tecnológica: nomofobia. Esta palabra proviene del inglés “no mobile phone phobia” (fobia a no tener teléfono móvil). Otra fobia más para sumarle a las de 500 conocidas. Parece que a todos nos hace falta un tornillo. “Todos estamos locos, dice la loca. Qué verdad tan amarga dice su boca”. Y culturízate con Yerri, la palabra fobia proviene del griego fobos, hijo de Ares y Afrodita que era la personificación del miedo. Esta palabra es tan nueva que aun no aparece en fobias.net. Debería encontrarse en medio de nomatofobia (miedo a los nombres) y nosocomefobia (miedo a los hospitales)
Aunque esta es una locura nueva y “nada más” la padece un 70% de la población tiende a aumentar, siendo los jóvenes entre 18 y 24 años quienes manifiestan mayor preocupación por perder su celular. Y a eso hay que sumarle que otro de los temores tecnológicos es que la pareja nos revise el móvil. No en vano en Estados Unidos los mensajes de texto se están convirtiendo en pruebas usadas en juicios de divorcio. Póngale cuidado. Porque si usted cree que perder la cartera es tan grave como perder su celular es nomofóbico(a). Llame a su psicólogo, a no ser que sea psicofóbico y esa es otra locura.

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