Así soy al desnudo

Es difícil responder a la pregunta ¿quién es usted? Ante ella unos empiezan nombrando sus títulos en forma cronológica, otros mencionan sus valores comenzando con soy una persona responsable y terminando con soy una persona honesta. Hace unos días un grupo de estudiantes me puso frente al paredón con esta pregunta y yo, pobre de mi, contesté con un grafiti. Aprovecho este medio para dar una pública y mejor respuesta. Que ¿quién soy yo? Yo soy 50 kilos de hueso, músculos (¿dije músculos?), vísceras y estiércol que a la falta de autoestima me resigné a este cuerpo y miento diciendo que soy feliz en esta piel. Por eso no me ven en las piscinas llamando la atención con mis enormes rodillas, mis enormes costillas y mi enorme... ansiedad de tenerlo grandecito. Soy un miedoso a la velocidad, la altura y las odontologías, por eso detesto montarme en una moto, montarme en un globo y montarme en una ortodoncia. Soy un comelón empedernido y entre mis platos preferidos están: el sancocho de tres telas, la tripaecallo, la chunchurria, el pescuezo de pollo, la arepa amarilla, los frisoles con coles, la trompa de marrano y la morcilla con arepa. Soy un solitario que a veces no quiere hablar con nadie, por eso me encierro días enteros en mi pieza consolándome con el monólogo del televisor, tratando de no odiar más el homo sapiens que tortura y mata. No me gusta estar en la semana fuera de mi lugar de trabajo, la escuela, los niños alientan mi alma. Yo soy un niño de 40 años que juega a existir. Soy un amante de la noche, de la poesía y del vino, de la música romántica, del rock de los ochenta y de la lluvia de media noche. Soy un soñador que cree que algún día habrá paz, que desaparecerán los partidos políticos, las corridas de toros, las galleras y el cáncer de próstata. Soy un enamorado de la vida y visto siempre de pantalón negro para no olvidar que esta termina y como no creo en el más allá, el negro me simboliza ausencia. Soy lo que como, lo que leo, lo que tomo, lo que siento, lo que vibro, lo que lloro, lo que río, lo que creo, lo que demuestro, lo que oculto, lo que temo, lo que hablo, lo que escribo en esa hoja de papel en blanco. Soy 50 kilos de vísceras, carne, hueso y estiércol, que deambula por esta insignificante porción del universo a medio día, con la linterna encendida buscando un verdadero ser humano. Y que ¿por qué soy un solitario? Se los respondo con los siguientes versos que escribí un día mientras esperaba y los minutos se hacían eones: Sin alas es difícil escapar del amor; por eso siempre nos alcanza. Entonces, ¿para qué huirle? Es mejor esperarlo en la quietud de la noche y cuando crea que nos atrapó arrebatarle de un brazo a la locura y esconderla en una pieza llena de juguetes. El amor que es ciego, vagará por el mundo sin su zagalillo picarón, tropezando con la injuria, el odio, el rechazo y la indiferencia. Mientras la locura ría a carcajadas con sus juegos y el amor viaje perdido por el mundo, yo, disfrutaré mi soledad.

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