La mano extendida

Hoy no pensaba escribir sobre lo que voy a contarles, para no cometer el pecado de mencionar nombres propios, que tantos problemas causan a quienes tratamos, nada más, de entretenerlos con una amena lectura por este semanario. Ocurrió ayer jueves en sesión del Consejo de cultura de Yarumal, órgano que critiqué en una sátira de humor negro en una columna pasada, en la que yo hacía alusión a una situación que al interior de éste se sucedía, y como estábamos en la Semana del teatro opté por publicar un guión cuyos protagonistas eran Miguel Pela-es, Hurgando Montoya, Conserje Mesa, Impedimento Barrera y Mauricio Restrego. Creo que en esta columna logré manifestar el sentir de algunas personas que veía que a este órgano consultor le faltaba ser más incluyente. Bueno, para mejor ilustración lo invito a leer “Se cierra el telón” en www.pagina-blanco.blogspot.com. ¡Ah! Vuelvo a lo de ayer. Nos presentamos, el señor Alcalde aportó unas sugerencias en un lenguaje bastante agradable y al momento apareció, venido desde la ciudad de Medellín un personaje admirado por tantos: el señor Humberto Barrera. La reunión continuó y luego que el señor alcalde se retirara a sus asuntos opté por saludar y brindarle la mano al profesor Humberto, cosa que no compartió y ante la mirada atónita de los demás consejeros de cultura me dijo: “¿Saluda a Humberto o a Impedimento Barrera?” Comprendí de qué se trataba todo. Mi mano extendida, humillada, ¡desarmada!, no pudo defenderme. Le manifesté que había recibido el recado que me envió con Walter en el que me expresaba que “estaba muy indignado” por el artículo en mención, pero él hizo caso omiso y mi mano y yo volvimos a nuestros lugares; la reunión continuó. Luego fue la organización de unas actividades entre ellas unas charlas por la emisora, cosa en la quedé incluido con Mauricio Restrepo y don Humberto Barrera, je, je, je, ironías nada más. Y sí, pues don Humberto hizo honor a su apellido y dijo que no participaba en ese evento porque yo estaba, je, je, je; miré los asistentes con un dejo de bilirrubina que recorría mi cuerpo y sentí vergüenza con los jóvenes que participaban por primera vez del órgano de cultura del municipio, aunque me resigné cuando cavilé que estaban asistiendo a una nueva escena en el teatro que protagonizan los actores cultos del pueblo, la parodia de los sabios, los berrinches ocultos de los mayores, los mismos que no quedaron en el acta para que no sea público lo impúdico. Y no le voy a pedir disculpas al señor Barrera, por el contrario, lo voy a invitar a que vea el noticiero NPI con Los reencauchados y a escuchar La luciérnaga. Yo solo hice una parodia y ayer me di cuenta que el teatro es cierto y que sí existe en Yarumal la dictadura de la cultura, pues para conocimiento de usted, mi estimado lector, ya somos tres los vetados por integrantes de este consejo de cultura. Y como yo también tengo mi orgullo y en vista de ello, traicionando la confianza que depositaron en mi los integrantes del Taller de literatura que me nombraron para que los representara ante el Consejo de cultura, renuncio al sillón que por cuatro horas ocupé con agrado, no sin mencionarle a quienes allí continúan, con el Alcalde y la Secretaria de educación a la cabeza que pueden contar conmigo. Se cierra el telón. Fin de otra tragicomedia.

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