La semana de siete días



Por evitar procesos nos hemos convertido en expertos en eventos. Los procesos son largos, dispendiosos, se esperan resultados a largo plazo y pensamos que ya no estamos para eso entonces nos inventamos actividades de un día. Así encontramos que el día de los niños, el de los muertos, de las velitas, de los santos, de los enamorados y otro tanto de fechas especiales para conmemorar algo o resaltar una obra o un personaje; en esto los santos son los más favorecidos y van desde el día de la vírgen hasta el día de san palesto. De todos estos días especiales hay uno que todo el mundo celebra que es el día de la independencia nacional y otro que no es importante que es el del cumpleaños personal. A nivel municipal se puede tomar de ejemplo el 12 de febrero, día del Combate de Chorros Blancos, en el que se gasta gran parte del presupuesto de cultura en pagarles el pasaje y un suculento almuerzo a los eméritos invitados de la Academia de historia.
   Debido a que esas celebraciones no causan el suficiente impacto en las personas a alguien se le ocurrió prolongarlo a la semana entera y por eso encontramos la semana de la paz (y nadie ha podido asesinar la guerra), la semana de la prevención (en la que nada tiembla), la de la tercera edad (que siempre puede ser la última), de la juventud (que es pan y circo), de la niñez (que es más circo que pan), de la cultura (ni pan, ni circo), del receso estudiantil (pobre nuestros cansados estudiantes), de la moda (o de las anoréxicas), de la otología ¿qué?, sí, así como lo oye, y otro resto, la semana de pascua, de la equidad de género, de las ciencias, del computador, de la salud, de la nanociencia y la nanotecnología, la semana geomática, de la vacunación, de estilo de vida saludable, de seguridad vial, de la salud oral, de las víctimas (pobrecitos, también tienen derecho a celebrar su catástrofe), y seguimos, la semana de la prevención de embarazos en adolescentes (en la que se reparten condones a diestra y siniestra a nuestros ingenuos muchachitos para que se vayan a pichar, el resto del año deben hacer el amor después de guardar sus juguetes), la semana de la lactancia materna, en fin, nos falta inventarnos la semana menor porque existe la Semana mayor, cosa que tal vez haga yo, para no dejarle esa dicha a la iglesia católica.
   Todas estas celebraciones suponen gastos de las diferentes entidades que las celebran y no sirven para nada, precisamente porque siguen siendo lo que son, eventos de momento, actividades realizadas por no dejar, por lo mismo es que no hay impacto en las personas, no se nota el cambio, porque este es algo de diario, es constante, el cambio es lo único que no cambia, siempre está, es inherente al universo, es un proceso.

   Lo más curioso es que hay festividades que duran el mes y pecan por lo mismo, no generan un impacto positivo y duradero en la gente, son largos meses de actividades, de eventos de momento. Entre los más conocidos pueden ser el mes de la hispanidad, de los novios, de la danza, del Ramadán, el mes de María, del patrimonio, de las madres, de los niños. Este, por ejemplo, es el mes de las mascotas y como lo denominaron así de pronto para incentivar el cariño hacia ellas, estoy pensando en un regalo para mis peces ¡hmmmmm! ¿qué tal unos zapatos?

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